Hace poco llegué de un viaje a mi casa materna y he traído conmigo un recuerdo hermoso de mi niñez, el cual ha dado pie a esta historia.
A mis 32 años siempre que llega noviembre mi corazón empieza a saltar, esto porque sé que empiezan los encuentros por las efemérides de mi cumpleaños. Algunos cercanos que solo me ven agendando o acudiendo a estos encuentros con amig@s desde el mismo noviembre (aunque realmente es en diciembre), han llegado a preguntarme por qué no celebro un solo día con todos o por qué me gusta celebrar tanto. Y realmente pensaba yo que era porque tengo amistad con gente muy diferente entre ellas y familia grande (cuando estaba en mi país); bueno, más que nada también por comodidad mía y de la audiencia, por las fechas complicadas que acompañan (navidades, fiestas de empresas y fin de año), lo prefiero también para no mezclar de una y poder dedicar tiempo de calidad a mi gente en esos espacios, que además me sirven de recuento y para despedirme del entorno por la salida del año...
Y aunque estas son razones, también he sabido siempre que ha habido algo más, aunque al final yo misma tampoco descifraba el qué. En fin, que me he encontrado con un recuerdo, un pequeño peluche; que creo a lo mejor puede en unos párrafos explicar esta tendencia o situación...
Y aunque estas son razones, también he sabido siempre que ha habido algo más, aunque al final yo misma tampoco descifraba el qué. En fin, que me he encontrado con un recuerdo, un pequeño peluche; que creo a lo mejor puede en unos párrafos explicar esta tendencia o situación...
Cuando cumplí mi primer año de vida, ocurrió un evento muy triste en mi familia. Justo el 15 de diciembre de 1986 murió el hijo más pequeño de mi abuela materna, a sus 15 años. Este niño, Diojanis, era el alma de la casa, padecía el Síndrome Down y eso hacía que todos estuvieran muy pendientes de él en todo momento. Era un niño amoroso, muy inteligente y divertido a su manera y en su capacidad. Mi abuela era en ese momento una mujer muy fuerte, para la época también muy autoritaria, conservadora y protectora de su familia, dígase hijos, sobrinos y nietos.
Yo tenía un año, pero recuerdo la tristeza del entorno, las lágrimas y a mi la gente pasándome de brazos en brazos como si descansaran por ratos de la tristeza y venían a ocuparse de mi. Esa tristeza estuvo en casa de mi abuela por varios años (aunque algún que otro pariente diga que no puedo recordar por la edad, yo sé lo que percibí).
Tanto era la tristeza que mis cumpleaños eran muy discretos, entre que no éramos familia económicamente abundante y llegaba en fechas de mucha alegría ya que cerca venía la navidad, que era otra parte a celebrar con discreción por respeto a la memoria de mi tío y el duelo de mi abuela. Esos días recuerdo incluso que íbamos al cementerio a llevar flores o limpiar y visitar la tumba de mi tío pequeño.
Y así pues, que yo me acostumbré a que el 15 de diciembre era una fecha en torno también a algo triste, por lo que aceptaba tranquilamente lo que se pudiera hacer, dígase partir un bizcocho con mis hermanos o esperar al fotógrafo para unas fotos de recuerdo. De hecho a veces yo no sabía que era mi cumpleaños, hasta que llegaba ese día o el día anterior y mis hermanas o mis tíos me decían, mi cerebro no lo esperaba realmente.
Me conmueve también la comprensión y solidaridad de todo el entorno familiar para con mi abuela y su duelo. Tomando en cuenta que ese era el 3er hijo que dejaba este mundo, otros 2 muy pequeñitos por enfermedad y este último. Pero a este, a Dioajains sí que dio tiempo a dedicar mucha energía, atención y amor; por lo que el desprendimiento asumo habrá sido mucho más difícil.
En eso, para mi pasaron los años y un día en el cumpleaños número 8, como ya tenía costumbre de no alardear de ese acontecimiento, me fui a pasarlo con mi misma abuela; a la cual he querido como una madre desde siempre. Esa mañana amanecí sola en una habitación de la casa, recuerdo que desperté con el abrazo de ella (mi abuela) y dos regalos; uno de ellos no recuerdo lo que era, pero el otro era un pequeño peluche con gorro y bufanda de Santa Claus.
Mami (como le digo a mi abuela) vino a despertarme cantando feliz cumpleaños versión dominicana (es costumbre en las familias despertar al festejado cantado esa canción para felicitarle) y me dijo al abrazarme que a partir de ese día íbamos a celebrar la vida. De hecho, ella también cumple años en diciembre, el 12. Y aunque están cerca ambas fechas, luego de esto, mientras viví en RD hacíamos dos fiestas en familia generalmente, la de ella y después la mía. A veces las juntaban el 12 o un día intermedio, pero luego volvíamos a celebrar la mía o traían 2 tartas para asegurar que sabíamos somos 2 motivos especiales, diría yo...
Me conmueve también la comprensión y solidaridad de todo el entorno familiar para con mi abuela y su duelo. Tomando en cuenta que ese era el 3er hijo que dejaba este mundo, otros 2 muy pequeñitos por enfermedad y este último. Pero a este, a Dioajains sí que dio tiempo a dedicar mucha energía, atención y amor; por lo que el desprendimiento asumo habrá sido mucho más difícil.
En eso, para mi pasaron los años y un día en el cumpleaños número 8, como ya tenía costumbre de no alardear de ese acontecimiento, me fui a pasarlo con mi misma abuela; a la cual he querido como una madre desde siempre. Esa mañana amanecí sola en una habitación de la casa, recuerdo que desperté con el abrazo de ella (mi abuela) y dos regalos; uno de ellos no recuerdo lo que era, pero el otro era un pequeño peluche con gorro y bufanda de Santa Claus.
Mami (como le digo a mi abuela) vino a despertarme cantando feliz cumpleaños versión dominicana (es costumbre en las familias despertar al festejado cantado esa canción para felicitarle) y me dijo al abrazarme que a partir de ese día íbamos a celebrar la vida. De hecho, ella también cumple años en diciembre, el 12. Y aunque están cerca ambas fechas, luego de esto, mientras viví en RD hacíamos dos fiestas en familia generalmente, la de ella y después la mía. A veces las juntaban el 12 o un día intermedio, pero luego volvíamos a celebrar la mía o traían 2 tartas para asegurar que sabíamos somos 2 motivos especiales, diría yo...
Primer cumpleaños celebrado con personas muy queridas
de diversos entornos de mi vida en Madrid.
(Generalmente las celebraciones han sido por separado con ellos mism@s, de acuerdo a algún renglón por la procedencia y cercanía de la amistad)
(Generalmente las celebraciones han sido por separado con ellos mism@s, de acuerdo a algún renglón por la procedencia y cercanía de la amistad)
Ell@s solitos se unieron y agendaron para organizar esta hermosa sorpresa en Dic. 2017.
Uno de los más lindos y emotivos que he tenido dentro y fuera de mi tierra.
gracias amig@s y familia (esta última presente virtualmente con videos).
En otras ocasiones, estas misma personas y alguna que otra que no pudo asistir con el grupo se organizan ell@s mism@s y tranquilamente vamos buscando hueco y posponemos si es necesario, hasta que se pueda dar el encuentro con el excusa de festejar, _cosa que me conmueve y me encanta porque es distendido, sin agobios ni obligación_ antes lo hacíamos en RD y es que veo que seguimos el mismo ritmo donde ahora me encuentro. De hecho no importa que pasen meses... así ocurrió con algun@s amig@s querid@s en el cumple 2016, de diciembre de ese año algunos se agendaron para enero y febrero y otr@s para junio 2017, ahí cerramos con broche de oro el último festejo (agotada a tope pero feliz).
Menos mal que mi familia no está aquí diría yo, porque en términos de tiempo se nos volvería inviable o recurriría a unificar por más renglones supongo..., sinceramente me da mucha nostalgia esos días... porque la verdad es que son sencillos los encuentros, generalmente consisten en brindar con algún vino o cerveza que me llega a las manos o a ell@s en esas fechas o se ubican de manera expresa, desayunos, cenas o comidas caseras, algún que otro plan entretenido, compartir algún postre hecho por gente querida o simplemente tiempo para unos abrazos...
En conclusión, que excepto algún que otro regalo material puntual o planificado, lo demás es nada grande en términos logísticos y económicos, al contrario, lo que sí es que sin excepción me dan siempre mucha mucha vida y ell@s lo saben... De alguna forma siento que hasta lo promueven jejejej cosa que me alegra aún más, que se sientan en esa libertad de dar y recibir cariño; yo soy igual con ell@s y me encanta.
Volviendo a la historia principal, en este viaje el peluche lo traje conmigo, ya tiene 24 años para 25 en este 2018 y la verdad es que estoy muy muy feliz de tenerle aquí y recordar estas cosas, porque me hace entender que la gente cada día aprende, el tiempo pasa y toca ser resiliente no importa la edad ni el acontecimiento. Y que la vida se celebra y se alimenta pese a las circunstancias. Por algo seguimos viv@s.
Mi abuela es una mujer muy feliz y sabia. No ha estudiado mucho, llegó a un 5to curso de su pueblo, que por cierto estaba bastante lejos de la civilización; ese 5to curso lo repitió para estar más tiempo en la escuela y aprovechar a los maestros, ya que ese era el tope escolar en esa época y lugar. Por esto se marchó a la capital cuando formó familia, e hizo por que sus hijos y hasta algunos sobrinos que pasaron por sus manos recibieran una educación acorde con su posibilidad, y hasta más diría yo *(mi abuela crió unos 5 sobrinos aparte de sus 4 hijos, ella supo reubicar el amor que no pudo entregar a los 3 hijos perdidos)*.
Entre hijos y sobrinos algunos siguieron profesiones universitarias y otros eligieron oficios, todos son referencia profesional en lo que ejercen. (Ella dice que aún si friegas cucharas, debes diferenciarte y/o ser el mejor fregador de cucharas. Así la gente tendrá que buscarte y pagarte para que friegues sus cucharas).
Siempre ha sido muy inteligente, una líder en sus entornos y todo lo que humildemente emprende. Creo que no ha necesitado mucho de la escuela, ella ve con el corazón; ha sabido guiarse en la vida y guiarnos a todos por el mejor camino de las circunstancias que nos han rodeado. Ha sabido observar, llorar, reír, aprender, fortalecerse, seguir y ayudar a otros. Nos ha enseñado a tod@s a bailar, a agradecer y a disfrutar de lo que somos y lo que tenemos; así como a gestionarnos aún con lo que no tenemos o salir tranquilamente a buscarlo.
Mi abuela Yolanda y yo. Rep. Dom. 2018 |
Veo mi peluche y la veo a ella diciéndome que hay que celebrar la vida y disfrutar de lo que hay, con los que están.
Hasta aquí la historia de los festejos, los recuerdos y mi abuela. Nos vemos en la próxima :).
Gracias por contar la mejor parte de esta historia. Familia feliz. Gracias por tu cariño y respeto a la gran madre. Bendiciones
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