En el Camino de Santiago

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sábado, 30 de diciembre de 2017

SIN CEDER TUS DERECHOS Y CON RESPETO, GESTIONA TU PAZ; YA EL UNIVERSO LUEGO SE ENCARGA ...

Un día a las 7:30 am iba como todos los días en metro a mi trabajo, esa mañana salí un poco más tarde, generalmente salgo unos 20 minutos antes, por lo que me encontré mucha más gente de lo habitual en cada vagón. De hecho iba de pie, cosa que cuando hay multitud me agobia un montón y lo evito porque en alguna ocasión me ha bajado la tensión. Pero ese día justo no podía esperar a que pasara el siguiente metro o tomarme un taxi porque implicaba más retraso el devolverme al salir o esperar... por lo que decidí a la buena de Dios entrar al vagón y dentro alejarme de la aglomeración mayor buscando un espacio donde pudiera respirar algo menos de humanidad y si era posible seguir mi lectura matutina.  

En eso, veo que hay un espacio para mi cerca de un señor que ocupaba no dos; 3 agarres contando el de arriba cerca del techo, más el tubo que está en el centro de los pasillos y otro agarre que hay entre los asientos. El señor llevaba una mochila mediana, estaba entre los dos agarres que yo podía alcanzar y usándolos ambos. Me acerco y le pregunto muy serenamente: -Hola, disculpa, ¿podrías por favor moverte un poco hacia uno de los dos lados para yo arrimarme a uno de estos dos sitios? y me dice el Sr. alto, de unos 40 y pico años por su apariencia: -Pero por qué tengo yo que moverme de mi sitio? le pregunto yo,- ahh ¿no cabes? (se lo pregunté en serio pensando que por la mochila se le dificultaba otra posición). Me dice en un tono alto y rudo; - ¡SI! ¡SI QUEPO!.              -¿Cabemos los dos? (le pregunto) -¡Sì! (responde), Le digo yo mirándole a la cara: -¡Pues perfecto entonces!. Y me acomodo para iniciar mi lectura... 

-El Sr. se queda replicando mientras me posiciono: -"¿PERO POR QUÉ TENGO YO QUE MOVERME PARA QUE TU ESTÉS AQUÍ, SI HAY MÁS ESPACIO??  

Yo miré y realmente no vi a mi alrededor el espacio que yo necesitaba para no marearme al menos, estaba repleto de gente ese metro y sus vagones. Me volvió a repetir en un tono sùper grosero que el no entendía por qué el debía sacrificar su espacio por mi. Me pareció tan absurdo ese comentario que no me sentí ni motivada a responder; y en ese momento tampoco fue cuando me percaté de sus groserías, más bien yo estaba enfocada en gestionar que el estuviera seguro, dentro de lo que cabe (en términos de espacio) y yo también, a él lo vi más que nada como a alguien que tenía un mal día y luego ya como a un loco amargado, y pues con esa gente hay poco para hacer... Me di cuenta de la situación cuando le vi la cara a él y vi la cara de las demás personas mirándolo con extrañeza.

En ese instante la verdad me importaba muy poco su aspiración de confort, puesto que entiendo que el no es quien me va a decir a mi dónde estoy yo mejor o peor ubicada de acuerdo a mi necesidad  y dentro de un metro público (así en la vida, gente que ni te conoce quiere indicarte y delimitar tu sitio en el mundo). Aparte, justo a él no le estoy haciendo un daño, al contrario, hasta sentía que le cuidaba para que no estuviese más incómodo de lo necesario... entendí que a ese señor le faltaba empatía y mucha educación. Aparte, a las 7 de la mañana, un desconocido y por esa tontería no creo que pueda lograr amargar mi recorrido, y peor aún, ese podía ser un viajero y yo trabajo en el aeropuerto; tenía todas las posibilidades de volvérmelo a encontrar allí y tener que ayudarle con alguna situación o servicio, como me ha pasado muchas veces. Por lo que simplemente le dije: -"Tu cabes y yo quepo, entonces perfecto!". Acto seguido abrí mi libro, que curiosamente se llama "Los Milagros Existen" de Brian Weiss. Justo empiezo a leer donde me quedé y me encuentro con el siguiente párrafo: 




El Sr. estaba detrás de mi y se había quedado hablando solo, sentí que cuando abrí el libro sus ojos enfocaron el mismo párrafo que yo; ese que dice: "Estamos aquí para aprender sobre amor compasión y no violencia". Santo remedio, me dije. Para colmo la página de al lado tenia un título en grande que dice "SUELTA Y LIBERA", es como "plof"! yo estaba loca por reírme de la ironía del momento (me contuve). En esto en la siguiente parada de metro, otro Sr, me llamó y ofreció su asiento, como diciendo: "Aléjate de allí". Tranquilamente me senté, él también se sentó y me quedó justo al frente; los dos nos miramos como si nada... Todos en paz. Ahhh y efectivamente, el hombre en cuestión se dirigía al aeropuerto también.

La verdad que me sentí muy orgullosa de mi misma en ese instante, porque con la objetividad de las tres preguntas y mi última respuesta: ¿Puedes moverte? ¿Cabes? ¿Cabemos? y ¡Perfecto!. Tomé lo que me interesaba de la situación sin romper mi armonía, pese al mal genio de este personaje, que incluso había quedado como un grosero inconsciente ante los presentes.

Cuando somos empáticos logramos ser más tolerantes y respetuosos con los demás y sus situaciones, aún no conociéndolas.

Igual digo que tampoco por este motivo hay que ceder nuestros derechos a alguien que no muestra la misma empatìa y actitud de respeto, y menos si con gritos quiere mostrar que lleva razón o nos intenta aminorar o asustar... mejor desconectar y centrarnos en nuestro objetivo. Con calma pero con astucia, ya el universo se encarga... una muestra de ello es que hasta temprano llegué a mi trabajo, pese a que tenía unos 20 minutos de retraso previo. Sin mareos, sentada, agradecida y relajada por mi lectura y las lecciones aprendidas. 

Hasta aquí las lecciones del día.
Hasta la próxima.

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